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Miradores de vértigo en El Hierro

Pese a ser la isla más pequeña del archipiélago canario, este tesoro flotante en medio del Atlántico siempre genera sensaciones gigantescas.


Al venir de vacaciones a la Isla de El Hierro te recomendamos no debes irte sin visitar cada uno de los miradores de El Hierro. Apreciaras hermosas vistas. Te mostraran una isla distinta. Contrastes de paisajes distintos. Mostraran la historia de la isla mas pequeña de las Islas Canarias.

Aqui te presentamos un articulo interesante para que conozcas cada uno de ellos.

Hay que detenerse en la red de miradores naturales que pespuntean la isla. Te descubrimos estos, escenarios de altura desde los que descubrir la biodiversidad y la belleza herreña.

El reloj marcaba las 10.43. Fue a esa hora del día 10 de octubre de 2011 cuando la isla de El Hierro acaparó la atención de los medios de comunicación de todo el mundo. ¿La razón? Un fenómeno geológico de primer orden, una erupción volcánica submarina en la costa de La Restinga, al sureste de la isla. El hermoso Mar de las Calmas, escenario de la erupción, acababa de recordar a todo el planeta el alma volcánica y feraz de la más pequeña de las islas Canarias. Hoy, cuando la calma ha vuelto a las entrañas volcánicas del mar, los miradores de El Hierro son el mejor hilo conductor para conocer la isla y, de paso, para deleitarse en las estampas que regalan: escarpados acantilados que se alzan sobre un dosel de nubes, los azules imposibles del océano, coladas de lava, conos volcánicos, exuberantes bosques de laurisilva…

Lo cierto es que El Hierro atesora numerosos miradores, cada uno con singulares perspectivas de la isla. Por ejemplo, La Caleta, El Tamaduste y La Maceta permiten conocer la siempre apetecible costa insular, mientras que el mirador de El Lomo acerca al visitante el Faro de Orchilla, antiguo Meridiano Cero. Por su parte, el mirador de las Playas, en pleno monte de pinar herreño, es el mejor enclave para conocer la vertiente este de la isla y admirar el paisaje protegido de Timijraque y el Roque de la Bonanza. A pocos kilómetros, el mirador de Isora agasaja con su impresionante perspectiva de la depresión de Las Playas.

MIRADOR DE LA PEÑA  ¿Por dónde empezar, entonces? No hay duda: si hay un baluarte emblemático ese es el mirador de la Peña, sobre el que se levanta una espectacular obra arquitectónica del artista lanzaroteño César Manrique. Situado en el noroeste de la isla, entre las poblaciones de Valverde y Frontera, sobran los motivos para su visita. Construido en 1989 y declarado hoy Bien de Interés Cultural, en este balcón natural late el profundo respeto que Manrique tenía hacia el entorno, el que que se desparrama ante la mirada con la vasta extensión del valle del Golfo como protagonista.

MIRADOR DE JINAMA A escasos kilometros del de La Peña, merece la pena recalar en otro de los miradores señeros como es el de Jinama, altozano que abre sus vistas sobre el valle del Golfo. Contemplar desde sus alturas el mar de nubes sobre la dorsal de Frontera es una experiencia pasmosa. No menos sugerente, sobre todo para los amantes del senderismo, es embarcarse en el camino real de Jinama, principal vía de acceso pedestre al valle, que arranca justo en este punto.

MIRADOR DE BASCOS Poniendo rumbo hasta el extremo suroeste de El Hierro espera otra de sus atalayas privilegiadas: el mirador de Bascos. Con el delicado pueblo de Sabinosa en primer término y la mole del volcán Tanganasoga detrás, aproximarse hasta este balcón es la excusa perfecta para conocer una de las joyas naturales herreñas como es El Sabinar, onírico bosque de sabinas centenarias de caprichosas formas moldeadas durante siglos por la violencia de los vientos. Por supuesto, no hay que dejar pasar la oportunidad de acercarse entre la bruma hasta la cercana ermita de Nuestra Señora de los Reyes, la patrona de la isla. Enclavada en el Parque Natural de la Dehesa, las paredes blancas de la ermita centellean entre la arboleda y son un lugar mágico donde recargar energía.

MIRADORES DE EL JULÁN Y TANAJARA Volteando hacia la otra punta de la isla, en el sureste, muy cerca del pueblo de El Pinar se encuentran otras dos impresionantes atalayas. La primera, el mirador de El Julán, ofrece retazos del parque arqueológico que atesora la memoria de los antiguos aborígenes de la isla, los bimbaches, así como panorámicas sobre la ladera, cuya vertiginosa pendiente avanza en busca del acantilado que besa el Mar de las Calmas. El mirador de Tanajara, el que fuera palco privilegiado para ver la mancha volcánica durante la erupción submarina de 2011, regala una amplia perspectiva única del Mar de las Calmas. También de la ladera de El Julán, rematada en su extremo sur por los más de 200 conos volcánicos de La Restinga. Sin duda, el mejor momento del día para disfrutar de este mirador es con la llegada del ocaso, esa hora mágica en la que los atardeceres contemplados desde Tanajara se convierten en postales para la memoria que no se olvidan jamás. Así son los miradores herreños, baluartes naturales desde los que otear sin prisas toda la riqueza paisajística y geológica de la isla de los mil volcanes.

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